La pandemia de COVID-19 tuvo un impacto masivo en la industria gestión de inmuebles, llevando a las organizaciones a reorientar por completo sus operaciones. Se resalta la importancia de la salud, seguridad, regulaciones cambiantes y cumplimiento, lo cual provocó un nuevo enfoque en los patrones y preferencias laborales, impulsando a las organizaciones a reconsiderar la utilización del espacio y adaptarse a entornos laborales remotos e híbridos. La integración tecnológica y la transformación digital se vuelven fundamentales para el crecimiento futuro, acelerando la adopción de soluciones tecnológicas para superar interrupciones en las cadenas de suministro, escasez de talento y presiones financieras.
El mercado global está valuado en un crecimiento impulsado por la demanda de soluciones de gestión de instalaciones integradas. Las regiones de Asia-Pacífico, América del Norte y Europa tienen los mayores mercados, mientras que Oriente Medio y África tienen un alto potencial de crecimiento. La madurez del mercado de Oriente Medio destaca su capacidad de externalización y la transformación digital y la práctica sostenible.
La cadena de suministro global es un conjunto de eslabones muy sensibles ante las disrupciones. Inclusive antes de la pandemia del COVID-19, se podía palpar su fragilidad. Recientemente, las cadenas de valor se enfrentan a distintos riesgos como el desabastecimiento en su manufactura, problemas financieros, terrorismo y un alto costo en el proceso de producción. Además, los inventarios se ven afectados de manera directa por las tenciones geopolíticas, ciberataques y los eventos climáticos, los cuales cada vez se vuelven más agresivos.
La incertidumbre, a causa del desabastecimiento, se está manifestando como una problemática que necesita ser atacada con suma urgencia. Por eso, las organizaciones se están estructurándose como modelos más resilientes al cambio, permitiendo que su capacidad de resolución de problemas sean más ágiles e innovadoras.
Dentro de este artículo, se muestran cinco circunstancias, las cuales tomaron mucha relevancia en el año 2020. Entre ellas se encuentran, las perturbaciones no económicas, las cuales afectan a la cadena de suministros, principalmente causadas por eventos climáticos, el Brexit, la cual generó un cambio en el flujo de comercio entre el Reino Unido y la Unión Europea.
Además, las tenciones geopolíticas entre los Estados Unidos y China, provocaron que muchas compañías reubicaran sus plantas de producción y relocalizaran su producción. Por otro lado, se presenta como clasificar los riesgos en la cadena de suministro puede servir como hoja de ruta antes la resolución de problemas, también presentan como con un simple marco se pueden clasificar dos ejes, donde la vertical estima los riesgos que pueden ser anticipados, mientras que el horizontal cuantifica el riesgo previsto.
Finalmente, en la su última parte, muestra como cada categoría de riesgo, implica múltiples respuestas, donde demuestra que para construir capacidades fuertes de para poder afrontar el cambio y la resiliencia, es necesario generar procesos de monitoreo que puedan anticipar los cambio abruptos.
Este informe destaca cómo la crisis climática afecta a América Latina y el Caribe con climas extremos, pero también abre oportunidades para la innovación y creación de empleos. La región enfrenta riesgos como seguridad alimentaria, infraestructura, seguridad hídrica y salud. Las emisiones por deforestación representan el 38% del total de gases de efecto invernadero, subrayando la importancia de la inversión climática para soluciones sostenibles.
Invertir en transporte eléctrico es esencial para esta mayormente urbanizada región, siendo más económico a largo plazo pese al mayor costo inicial. Además, la productividad mental disminuye un 2% con temperaturas superiores a 25?°C.
Se identificaron sectores clave para la transición a economías neutras en carbono: energías renovables, movilidad eléctrica, economía circular, bioeconomía, recursos hídricos, turismo sostenible y seguridad alimentaria.
En esta década la frecuencia de eventos disruptivos a la cadena de suministros ha ido en aumento, lo que ha generado una cadena más compleja y globalizada. Entre los recursos logísticos que se han visto afectados están capacidad de los contenedores, el cambio de rutas y la obtención de la materia prima. Por ello, para producir soluciones resilientes óptimas se deben identificar los riesgos, evaluar las capacidades resilientes y plantear estrategias de mitigación.
Con todo esto, los riesgos que salieron a flote fue una clara dependencia a proveedores globales, generando impactos masivos. Por ejemplo, entre los eventos disruptivos de la última década, está la pandemia del Covid-19, la obstrucción del Canal Suez y la guerra Rusia-Ucrania. De igual forma, la capacidad de adaptabilidad juega un papel importante, porque permite mantener las estructuras y funciones de las organizaciones y permite dar respuestas efectivas ante los disturbios en la cadena de suministro.
Por consiguiente, las disrupciones en la cadena de suministro pueden ocurrir de manera inesperada e inhabilitando las operaciones. Para contar con una cadena de suministro resiliente se sugiere adoptar estrategias como contar con proveedores de respaldo y flexibilizar las rutas de transporte.
Se plantean diversos desafíos en el desarrollo de cadenas de suministro ininterrumpidas para hacer frente a los riesgos, considerando su vulnerabilidad. Por tanto, la identificación de oportunidades radica en la creación de cadenas de suministro resilientes. De hecho, cada organización debe centrarse en mitigar la escasez causada por proveedores y mantener la satisfacción de sus clientes finales.
Además, las cadenas de suministro deben orientarse hacia el desarrollo y la identificación de posibles disrupciones. Por ejemplo, en la actualidad, se observa una producción de mercancías en cantidades adecuadas según la demanda, con envíos puntuales y a un costo efectivo.
De esta manera, podemos definir las cadenas de suministro como un conjunto de organizaciones que participan en diversos procesos de actividades de valor, desde la producción de mercancías hasta su entrega en manos del cliente final. La clave no solo radica en centrarse en cadenas lineales, sino también en comprender canales complejos. Por consiguiente, la resiliencia se basa en la capacidad de un sistema para recuperarse a su estado original después de un contratiempo
Durante los últimos años, se han generado distintas disrupciones, las cuales han afectado tanto a la cadena de suministros como a la demanda. La pandemia de COVID-19 en particular hizo que muchas fábricas paralizaran sus operaciones temporalmente, generando un desabastecimiento mundial.
Del mismo modo, la crisis climática ha jugado un papel importante en la carencia de la materia prima. Debido a los climas extremos, como lluvias torrenciales y sequías más prolongadas, ha afectado directamente a los sistemas agropecuarios, especialmente en países como India, Pakistán, Bangladés y Vietnam. Además, la escasez de agua, ha encarecido las actividades ganaderas y cultivo de alimentos.
Finalmente, entre otras disrupciones mencionadas fueron las tensiones geopolíticas entre Estados Unidos y la República Popular de China y la guerra entre Ucrania y Rusia, las cuales hacen una fractura en los mercados globales y aumenta la especulación e inflación de los precios.
Este informe presenta los riesgos más alarmantes que podrían desarrollarse en la próxima década. Estos riesgos evolucionan reflejando las condiciones que gradualmente están tomando terreno en el mundo actual, especialmente en áreas como lo geoestratégico, ambiental, demográfico y tecnológico.
Dentro de este reporte, el clima extremo se posicionó en primer lugar con un 66%, siendo este uno de los riesgos más alarmantes debido a sus repercusiones directas en las actividades de desarrollo humano. Entre otros riesgos ambientales se incluyen el cambio crítico en los sistemas terrestres, la pérdida de biodiversidad y el colapso de los ecosistemas, así como la escasez de recursos naturales.
Por otro lado, la desinformación y la malinformación generadas por la inteligencia artificial ocuparon el segundo lugar con un 53%, a pesar de que esta tecnología tiene el potencial de transformar las economías mundiales hacia una nueva era.
Este reporte explora los riesgos que más afectaron a los proveedores en 2023, así como sus causas y consecuencias. También se presentan las disrupciones que perjudican a las cadenas de suministro, afectando su resiliencia, agilidad y sostenibilidad en esta era tan competitiva. Entre los indicadores con mayor riesgo expuestos en este reporte se destacan los retos de la inflación y las tasas de interés, el aumento masivo de los ciberataques, el impacto de los climas extremos y los conflictos geopolíticos.
Aunque la pandemia de Covid-19 y la mayoría de sus efectos secundarios han sido mitigados, mostró la vulnerabilidad de las cadenas de suministro ante las disrupciones. Por ejemplo, una compañía promedio puede enfrentar, directa o indirectamente, disrupciones como 58 eventos con repercusiones en la salud financiera, 3 eventos de climas extremos, 2 ciberataques y 2 eventos extraordinarios como guerras y desastres, incluyendo restricciones en el Canal de Panamá. En general, estas disrupciones no solo crean brechas en la cadena de suministro, sino que también afectan activos logísticos como infraestructuras, carreteras y puertos, generando pérdidas en la reputación de las compañías.
Este reporte recopila datos y estadísticas sobre desastres imprevistos y sus impactos inmediatos, destacando las tasas desde sus inicios para identificar diferencias.
La Agenda 2030 promueve políticas de inclusión, eficiencia de recursos y adaptación al cambio climático. Junto con las siete metas del Marco de Sendai, fomenta la resiliencia a desastres y una gestión holística del riesgo a todos los niveles. Entre 2015 y 2022, se reportaron 100 desastres más en comparación con años anteriores.
Los desastres, naturales o provocados, causan pérdida de vidas y daños a los medios de subsistencia, resultando en altos costos de respuesta y reconstrucción, así como daños a infraestructuras. Las organizaciones encargadas de gestionar desastres incluyen ministerios de salud, protección civil, agricultura, infraestructura y vivienda.
Este documento ofrece una perspectiva sobre el enfoque en el control de riesgos de desastres, especialmente después del impacto del Huracán Mitch en la región centroamericana, que causó una gran cantidad de muertes y afectados. Se destaca el crecimiento de la participación de organizaciones de la sociedad civil y redes de apoyo del sector público y privado en el tratamiento de los riesgos de desastres.
Es una herramienta que aclara dudas sobre los resultados de procesos de recuperación con un enfoque resiliente, que no existía en el pasado. El Huracán Mitch reveló la vulnerabilidad de las naciones ante tales disrupciones, enfocando la importancia y necesidad de contar con planes de contingencia para enfrentar estas perturbaciones. En la actualidad, Centroamérica lidera en la gestión de riesgos a nivel de Latinoamérica y el mundo.
Por lo tanto, la preparación para la recuperación debe ser prioritaria para activar intervenciones rápidas, oportunas y eficientes que cumplan con los principios de equidad, sostenibilidad y resiliencia.
Este reporte ofrece una visión del manejo ambiental de los puertos en Europa, recopilando datos de 90 puertos ubicados en 20 localidades de la red "EcoPorts".
El reporte se divide en cinco categorías: indicadores de manejo ambiental, que incluyen legislación, política, identificación de aspectos significativos y programas de monitoreo; indicadores de monitoreo ambiental para evaluar el desempeño a lo largo del tiempo; principales prioridades ambientales, como cambio climático, calidad del aire y eficiencia energética; servicios de envíos con nuevas tendencias más sostenibles; y ejemplos de puertos en anexos.
En general, el reporte destaca el progreso continuo de los puertos europeos en sostenibilidad ambiental, gracias a programas de monitoreo constante. Priorizan la mitigación de la contaminación, la gestión energética y la adopción de prácticas para reducir impactos en comunidades y ecosistemas.